Esta tarde he tenido el placer de ver una simpática película de Woody Allen: Toma el dinero y corre. Se trata de una de sus primeras películas como director. En ella, conocemos la historia de Virgil, interpretado por un joven y pelirrojo Woody Allen, un delincuente fracasado. En busca de su verdadera vocación, prueba a tocar el violonchelo en una orquesta, intenta trabajar en distintos sitios y al final descubre que el camino más fácil es el robo. De esta forma, se dedica a robar sin éxito, ya que siempre que coge el dinero y huye corriendo es atrapado y encarcelado. Escapa numerosas veces de la prisión. También encuentra el amor en la bella Luisa y tiene un hijo con ella. Sin embargo, para poder sacar a su familia adelante, urde un disparatado plan para robar un banco que finalmente fracasa. Al final, tras escapar, seguirá ejerciendo la delincuencia como profesión, aspirando a entrar en la lista de los 10 delincuentes más perseguidos. Su vida consiste en robar y salir corriendo, casi siempre sin conseguirlo.
Aquí os dejo la escena que más me ha hecho reír de la película. En ella, aparece Virgil que ha sido atrapado otra vez y es enviado a una prisión mucho más estricta, con altas medidas de seguridad y en la que tiene que realizar trabajos muy duros como picar piedras, hasta que se reforme y pueda vivir respetando las leyes de la sociedad. El jefe de la prisión les está explicando las estrictas normas de la prisión y las duras condiciones de trabajo, y al preguntar si alguien tiene una duda, Virgil no puede ser más impertinente y disparatado con su pregunta.
3 comentarios:
Así me gusta chica "Q", unas relajadas "vacaciones" viendo tus pelis favoritas :)
Bsits!
Es la primera, ¿no?
Lo de la pistola hecha con jabón me pareció graciosísimo
Obra maestra. Sin duda.
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